sábado, 14 de mayo de 2016

Reseña de Cien centavos, de César Martín Ortiz en VÍSPERAS


LUCIANO VÁZQUEZ.                                                                                                             Reconozco que he tardado más de la cuenta en ponerme a escribir esta reseña. Lo admito. He caído en una especie de bucle placentero que me hacía volver una y otra vez al texto Cien centavos, de César Martín Ortiz. Incapaz, como he visto, de poder poner en claro por qué hay personas que escriben tan rematadamente bien, con esa perfección en el uso del lenguaje, escogiendo las palabras adecuadas, la extensión precisa, la historia perfecta, y crear con ellas 309 narraciones, cuentos, microrrelatos o como los queramos llamar. Y todas con un denominador común: la extraordinaria capacidad para generar un universo macroespacial a partir de pequeñas migajas de realidad, esas pequeñas porciones de vida que, para el resto de los mortales, no son más que los subproductos de nuestra actividad, de nuestro comportamiento, de nuestras desidias o nuestros deseos, y que en manos de César Martín adquieren…, no, adquieren no, son de otra dimensión. La dimensión que solo cabe en un texto literario perfecto y redondo.
No se inquieten, amigos lectores, no estoy tratando de “vender” Cien centavos. Tan solo quiero ponerles en alerta, advertirles de que no pierdan la esperanza de encontrar alguna vez una joya como esta entre la enormidad de lo que se publica en este país.

Les cuento mi particular camino para escribir estas líneas. Para hacer una reseña digna de ser leída lo mejor es tomar un lápiz y señalar aquellos relatos que más destaquen -me dije- y poder encumbrar, en el cuerpo del texto, aquello que más llame mi atención. ¿Saben lo que supone marcar el 90% de los relatos no como buenos sino como extraordinarios? Pues significa intentar un ejercicio de equilibrismo que impida caer en la reseña fácil, elogiosa, condescendiente…, todo lo que no debe ser una reseña. Así que, derrotado, creo que ese ejercicio de justicia lo traslado, sin ambages, al lector. Porque solo él puede llegar a sacar las conclusiones que ahora intento yo trasladar con estas líneas.

Dicen que son las casualidades -las serendipias, cierto azar, estar en el sitio adecuado en el momento justo- las que manejan el mundo. Con César Martín y su Cien centavos he llegado a comprender toda la extensión de este -¿falso?- adagio. Abrir el libro y leer sus páginas ha sido todo un descubrimiento. Por varias razones. O mejor por una razón: la de tener la sensación de estar ante un escritor mayúsculo y al que, lamentablemente, ya no tenemos entre nosotros. Porque crear un cuento es el ejercicio de orfebrería literario más ambicioso al que puede aspirar un autor: lenguaje, estilo, ritmo, sorpresa, humor. De todo ello podemos encontrar en esta obra de César Martín. ¿Saben una cosa? En este justo y preciso punto estoy sintiendo la punzada interior de querer volver a (re)leer algún texto al azar para dar con la clave justa, con el relato preciso, que pueda resumir todo cuanto ahora intento transmitir, al modo en que los estudiantes repasan en el último suspiro de un examen sus respuestas, inquietos y nerviosos por no estar seguros de que aquello que han escrito es justo lo que querían decir con claridad y precisión.

309 relatos en 312 paginas son capaces de generar la necesidad de creer que el siguiente es el mejor o que el siguiente es el mejor o que el siguiente… Todo cabe en Cien centavos: el análisis sociológico -“La jardinería en España”-; la perspectiva antropológica -“Irrealidad y vida conyugal de la mujer rara”-; la humanidad más cercana -”Cuento de un viejo”; el humor más irreverente y ácido -”La mesita”-; la constatación de que estamos anclados en costumbres inútiles -“La Romería”-.

Decía Sartre que no se es escritor por haber elegido decir ciertas cosas, sino por la forma en que se digan. César Martín eligió la mejor forma para decir ciertas cosas: escribirlas de forma magistral.

Para concluir, tan solo pido que cuando acaben de leer Cien centavos -tan fuertemente convencido estoy de que así lo harán- sigan indagando con otros títulos de este mismo autor: Paso de contarlo, Un poco de orden, Nuestro pequeño mundo. Reservo las últimas líneas para una última sorpresa: César nunca tuvo interés en publicar sus libros, en darse a conocer, en mostrar su lado público. Quizá porque creía que la mejor forma de hacerlo era escribiendo sin hacer ruido.


Cien centavos. César Martín Ortiz. Ed. Baile del Sol. 2015

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